martes, 9 de marzo de 2010

El caballero (Un cuento)


Era un día especial allá por el año 1390.

 Marco era un niño por aquél entonces y soñaba con ser caballero,

 pero sería difícil pues era de familia humilde y campesina.

 Marco creció rodeado de bondad y amor por parte de su humilde familia.

 Tenía cuatro hermanas, y él era el único varón por parte de su padre, 

lo cual hacía que su padre fuese todo detalles con su hijo y además tenía a sus cuatro hijas como si de princesas se tratase.

 El padre les contaba historias alrededor del fuego, en las tardes frías de invierno, mientras la madre tejía en un viejo telar de su abuela. 

Marco escuchaba a su padre como si de un caballero famoso se tratara, y las historias fuesen hechos vividos por él.

 Mientras las hermanas estaban alrededor del fuego y como protegiendo a Marco, lo mimaban, claro también era el pequeño de la casa y el más travieso. 

El padre pese a estar cansado de los trabajos del campo siempre tenía un momento para charlar con sus hijos y con su amada esposa Elena.

 La mujer más tierna del mundo para José, no lo había mencionado pero ese es el nombre del padre de Marco.

 Seguimos con la historia.

 Como les decía José, les estaba contando un historia sobre un lugar muy lejano en la vieja Escocia, les hablaba de sus castillos, y sus grandes lagos azules como el cielo, una noche de verano, un azul tan profundo que se llegaba a confundir con el mar, unas praderas verdes y una conjunción de olores a musgo y a mar. 

Marco escuchaba sorprendido a su padre hablar de lugares tan hermosos y con tantos matices, le encantaba.

 José se levantó y echó unos troncos más al fuego, mientras agarraba una vieja pipa para fumar mientras seguía contando la aventura. 

Empezó a relatar aventuras por inmensos acantilados y praderas verdes y hermosas, habló de una especie de casita pequeña al pie de una montaña donde decidió que la tierra sería fértil, y el ganado podría pastar libremente, y le dijo a sus hombres que el terminaba ahí su viaje, de batallas y aventuras y que mandaba traer a su mujer para así poder formar la familia, que siempre quiso y así lo hizo, trajo a su mujer y quedó prendada de tan hermoso lugar, decidieron que sería un lugar perfecto para tener sus hijos y disfrutar de su marido.

 Bueno pues José le quitó a su caballo los estribos de campaña y las riendas y le construyó una cuadra humilde pero confortable, enterró todas sus ropas de guerra y abrazó a su mujer mientras respiraba hasta saciar los pulmones del aire de las montañas de Escocia.

 Pocos años después nació su primer hijo, una niña preciosa de piel rosadita y rubios cabellos, él contento por que Dios le otorgó ese premio; el de su hija María.

 Siguió trabajando y poco a poco arreglando sus tierras, su mujer lo miraba orgullosa de ser un caballero y cumplir con su palabra de retirarse joven para hacer sus vidas en la más absoluta humildad, pero con el tesoro más importante de todo, el amor de su marido. 

Pocos años después volvió Dios a otorgarle el premio de la vida y esta vez le otorgó dos soles, dos hermosas niñas, él lloraba y su mujer le decía: lo siento amor mío, sé que te hubiese gustado tener un hijo, pero no pudo ser de momento y él le dijo, no amor mío, no lloro porque sean niñas lo que traes, lloro de felicidad al ver que estáis bien, las tres amor mío, yo soy el hombre más feliz de mundo y si algún día Dios nos otorga a un hijo bienvenido. 

A estas dos niñas les puso a una Isabel y a la otra Luz, le decía a su mujer que estaba encantado de tener una familia tan maravillosa y la mujer estaba con esa cara de dulzura y orgullo al ver que su marido estaba feliz. 

El tiempo pasaba y la familia crecía en un entorno divino rodeado de montañas a un lado y un mar precioso al otro en primavera al atardecer era impresionante el olor del mar cuando subía la marea y se mezclaba con los verdes pastos, la imagen era perfecta humilde pero rica a la vez.

 Elena volvió a dar a luz y con esta eran cuatro las niñas, pues fue niña también y el padre reía y le decía a su mujer que no se preocupara más y que serían igual de felices. 

La verdad que mientras le ponía las riendas al caballo esta vez si que lloró de felicidad y a la vez de un poco de tristeza por que él, aunque nunca se lo dijo, quería tener un hijo y se estaba dando cuenta de que se pasaban los años y por nada del mundo el querría que le pasara algo a su amada esposa. 

 Las niñas y Marco cada vez estaban más emocionados escuchando la historia y la madre empezó a mirar con mucha ternura a su marido, y se levantó y le dio un beso en la mejilla, salió fuera de la casa, no era muy tarde pero ya estaba atardeciendo.

 Continuo contando la historia y Marco cada vez estaba más entusiasmado.

 Quería escuchar todo lo que salía de la boca de su padre. 

El caballero, ya más mayor y con cuatro hijas era feliz y vivía como el quiso pero sabía que le faltaba algo y en la siguiente primavera, Elena estaba otra vez embarazada, y es curioso pero su cara era preciosa rosadita como si de un bebé se tratase y el padre estaba muy nervioso, agarró su pipa y se fue al acantilado mientras su mujer daba a luz. 

El padre sentado en una gran roca fumando en su pipa y los pies colgando en el vacío de acantilado era una imagen especial de libertad y de grandeza, las hermanas estaban todas alrededor del fuego, en la chimenea y la madre con una anciana que fue la que siempre ayudó a Elena a dar a luz, de repente se escucho un grito en la habitación y las cuatro niñas, María, Isabel, Luz y Alba, se asustaron y entraron corriendo en la habitación para ver que había sucedido. 

 Marco se asustó cuando el padre hizo el grito y sus hermanas se callaron y acariciaron las piernas ya cansadas del padre, y los ojos le brillaban y esa imagen a Marco lo emocionaba más. 

Salieron corriendo las cuatro hijas en busca de su padre pues sabían donde se encontraba, era un lugar especial, ahí tenía él enterrado todo su pasado y le gustaba fumar y pensar en lo afortunado que había sido al poder retirarse en tan maravilloso lugar, donde él pasaba desapercibido, pues fue su premio por todo lo que lucho por España, era su retiro, su descanso.

 Llegaron las hijas y el padre se asustó y las cuatro venían corriendo, cantando y saltando de alegría. Que pasa hijas mías, grito el padre José. 

 A Marco cuando escuchó el nombre del padre se le saltaron las lágrimas y a la vez se emocionó. Padre, mamá ya dio a luz, le dijo una de sus hijas, ¿Qué fue?, pregunto José y las cuatro respondieron, ha sido un niño. José abrazó a sus cuatro hijas y las besaba con locura y a la vez preguntaba, mamá esta bien y le respondieron si padre mamá te esta esperando. 

Fueron corriendo a casa y la madre, Elena le dijo José has visto es un niño mira que hermoso es tu hijo y lo agarró en brazos, besó a su mujer. Elena ahora si, ahora si mi amor, que feliz por tener la mujer que tengo y las hijas tan maravillosas que Dios me ha dado, y como premio no da este hermoso niño.

 Como le pondremos y dice José, se llamará Marco. Marco, dice el niño mientras las cuatro hermanas se reían, Marco como yo. José se echo a reír mientras entraba la madre por la puerta con un saco sucio y muy abultado, que tienes hay madre, pregunta Marco. Esta es la armadura, capa y espada de tu padre, pues es su vida lo que te ha contado y estos son sus recuerdos que guardó por si algún día podía regalárselos a su hijo. 

José lloraba y sus hijas lo abrazaban y le decían, padre eres el hombre más bueno del mundo pues lo dejaste todo por tener una familia y estamos muy orgullosos de ti.

 Marco abrazó a su padre mientras sostenía en una mano una espada y en la otra su escudo y se abrazaron todos. Elena, María, Isabel, luz, Alba y José

Firmado: oswen

2 comentarios:

! EMBRUJO ! dijo...

buenisimos dias amigo oswuen esperé tener tiempo para leer este cuento parte de una realidad que me recuerda a mi padre, la historia me ha emocionao he llorao con la alegria de jose al tener a un niño en su casa ahora paso a contarte un algo de mi padre, luchó mucho en la guerra y pasó mucho con dos hijos pequeños y mi madre embarazada de otro fueron años de mucho dolor de separacíón temiendo por mi madres y mis hermanos, de perdidas de familiares y demás cuando acabó la guerra vinieron aqui a mi ciudad se hicieron una casita muy humilde y comenzaron una nueva vida, cada x años mi madre traia al mundo solo varones 7 y mi padre queria tener una hija y cuando vine a este mundo.. ya éllos eran mayores pero me llevaban orgullosos por la calle y la gente le preguntaban ¿ es tu nieta ? nó es mi hija sabes amigo, mi padre era un ser muy bondadoso trabajaba mucho y siempre tuvo esos momentos pa sentarnos a todos y contarnos cuentos que eran realidad, te diré que mi hermano el mayor tenia 21 años más que yoo asi que eran hombres casi todos y añoro esos dias que mis padres los dos nos contaban alrededor de un brasero esos cuentos besitosss por tener la oportunidad de leerte

antoniolopezmolina.blogspot.com dijo...

Querida amiga Embrujo, me emociona tu comentario y me llena de orgullo esos padres que te dieron todo su amor aunque fuesen mayores el amor no entiende de edades. Me imagino la escena que cuentas todos alrededor del brasero y rodeando a la princesa, tu padre todo orgulloso paseando a su hijita y todos tus hermanos vigilando quien se te acercaba. La guerra fue muy dura para todos y sobre todo para los que la vivieron directa mente, yo tengo 41 años y de la guerra solo lo que mis padres cuentan y mi abuela que en paz descanse me contaba, solo espero que nunca más tengamos que contar historias de esa índole a nadie. Es un placer charlar con tigo amiga Embrujo, estoy muy contento por haberte conocido y te mando un fuerte abrazo, con respeto tu amigo Antonio.

Para ti, lector/a

Te dedico estas palabras, a ti. !Tu¡  Que has llegado hasta aquí, navegando por cientos de paginas, leyendo miles de letras y divagando en l...